PS: Desculpem, mas tive que deixar o artigo em espanhol mesmo...
El brunch, lo mejor que tiene el domingo
Para los que se levantan tarde
Lo mejor del domingo en muchas grandes ciudades es el brunch. Esta palabra, hija gastronómica del desayuno (breakfast) y el almuerzo (lunch), nació en Gran Bretaña al comenzar el siglo pasado, pero se popularizó en Estados Unidos. Hasta el punto de globalizarse igual que los reality shows en TV.
Por eso lo sirven en algunos lugares de Madrid, donde están acostumbrados a almorzar siempre tarde y no sólo el fin de semana. O en París, donde el cartel que lo anuncia con todas las letras es un gancho en el barrio latino aunque parezca un desubicado el que use palabras en inglés. Incluso, aunque por ahora tímidamente, en Buenos Aires para rivalizar al mediodía con el café con leche y las medialunas al sol en la Recoleta.
Conviene recordar algunas claves, especialmente en USA, como prefiero escribir porque es la abreviatura de su nombre y nunca terminé de entender muy bien la reiteración tipo hipo de EE.UU. En las casas de familia, igual que aquí, vale todo.
En la calle, especialmente para el visitante, hay que tener en cuenta las diferencias entre el brunch buffet y uno a la carta. En general en los grandes hoteles, que son la mejor apuesta, uno se sirve solo y el camarero se limita a ofrecerle la bebida o el café. El precio es generalmente bajo para lo mucho que ofrecen. No conozco mejor relación costo y beneficio. Los alojamientos de lujo, porque de ellos hablamos, tienen menos pasajeros durante el fin de semana. Por eso tientan a los que no duermen allí con bandejas de platos fríos que impresionarían a Pantagruel: fiambres italianos, quesos franceses, langostinos frescos, pescados rellenos, antipasto verde con exquisiteces de la tierra y un vasto etcétera para hacerse agua la boca. Es aconsejable comenzar por los frutos de mar, sin mezclarlos. Luego pasar al jamón y embutidos, y a un toque vegetal. Dejar los quesos para el final, igual que en Francia, y saborearlos por separado. Cuidarse del pan recién horneado para dejar lugar a los platos calientes, que se reponen continuamente y que tienen una tarjeta al pie para no equivocarse entre el humo de las marmitas.
Tengo mis lugares de brunch preferidos, y en cada viaje pruebo uno diferente. Al llegar a Nueva York, que es el paraíso de esta costumbre, o a Los Angeles, que se le parece tanto, busco qué hay de nuevo o de clásico que no conozca. La información al día es fundamental, porque son ciudades en cambio constante y el que se para pierde el compás. Reviso la revista Where que se consigue gratuitamente en los mejores hoteles y también le pregunto al conserje sobre lugares y precios. Hago la reserva a través suyo, porque bien vale la inversión de los $ 5 de propina para tener la seguridad de una mesa al llegar. El brunch a la carta, servido en algunos hoteles, pero más en los restaurantes, es diferente. También es bueno, pero se elige por plato igual que en cualquier almuerzo.
No podemos levantarnos, lo que limita el plan de picar libremente sin otro orden que el antojo. Y, por último, pero no menos importante, significa pagar más. Como decimos siempre: la consigna por seguir es disfrutar el doble y pagar la mitad, porque gastar cualquiera sabe.
Fonte: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=203329
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